GÜEMES 501, RESISTENCIA, CHACO
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Si sos deportista y sufrís de hipertensión esto es para vos

Antes que nada, es importante saber que cuando estés tranquilo y en reposo debés registrar una tensión menor a 140/90 mmHg. y más bajo cuando te encuentres durmiendo, estos son los valores de tensión normales que deberíamos medir. Pero evidentemente la tensión no es siempre la misma y no siempre tiene que estar por debajo de 140//90 mmGh: ante situaciones de estrés, dolor o mientras hacemos ejercicios, es normal que la tensión suba.
Entonces, es habitual que cuando termines de hacer ejercicios, tras el pico máximo, suba la alta y la baja se mantenga igual o incluso disminuya, esto hace que si la tienes mal controlada cuando hagas ejercicio se pueda convertir en un peligro ya que la tensión puede subir en exceso y por eso es tan importante su control. Una vez que termine la sesión de ejercicios y hayan transcurrido algunos minutos, es posible que tu tensión sea más baja de lo normal debido a la vasodilatación periférica que se produce tras el esfuerzo.



¿Qué debo hacer?


Seguramente podrás seguir realizando actividad física, pero tienes que consultar con tu médico (la decisión final será suya) y comprobar que tienes las cifras tensionales bien controladas. Si no es el caso porque todavía tu control no ha sido óptimo te aconsejamos que durante este periodo no compitas y no realices ejercicio físico exhaustivo, por supuesto los ejercicios de fuerza excesiva en esta fase están contraindicados. Una vez que ya tengas un buen control, la restricción de la actividad física será mínima. Evidentemente hay que hacer una valoración en conjunto y ver si tienes otros factores de riesgo que puedan influenciar en la prescripción de ejercicio físico.



Los beneficios de una actividad controlada


Al final, si eres hipertenso y logras llevar una rutina de ejercicios controlando tu presión arterial, podrás mejorar tu calidad de vida;
•     Te sentirás progresivamente mas sano y con mejor estado físico;
•     Ayuda a controlar el peso corporal y previene la obesidad;
•     Ayuda a que el corazón funcione mejor: reduce el número de los latidos por minuto, mejora su contracción y desarrolla nuevas arterias;
•     Ayuda a controlar la ansiedad, la depresión y el estrés;
•     Ayuda a controlar la tensión arterial, los niveles de colesterol y de glucosa y eso se traduce en una clara mejoría del riesgo cardiovascular (accidentes cardiovasculares, infartos de miocardio, etc.).



Fuente: fundacioncorazon.com

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